miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Existen límites para la publicación de imágenes?


En una opinión personal, el límite sí existe –o debería existir, puesto que muchos medios gráficos no conocen limitaciones-, sin embargo se trata de una delgada línea que comprende una gran proporción de imágenes que sí son publicables, frente a las pocas que no lo son.
En este último grupo, se encuentran aquellas que resultan ser demasiado controvertidas para la opinión pública. Es decir, aquellas que la media de las personas tildaría de perturbadoras o demasiado sensibilizadoras como para ser difundidas de manera masiva.
Por supuesto que los factores que generan aprensión en un individuo son completamente subjetivos e inherentes a cada uno de ellos. Un lector puede sentir escrúpulos al ver sangre, personas heridas de gravedad o muertas, mientras que a otro puede no causarle ninguna impresión en particular, a menos que se trate de un animal sufriendo o en las mismas condiciones. En mi caso particular, esto último es lo que más afecta mi sensibilidad. Es por eso que considero que, en los casos enumerados anteriormente, es necesario respetar ese delgado pero significativo límite que existe para la publicación de las imágenes. Y esta regla debe aplicarse tanto a los medios gráficos como a las redes sociales, en las cuales a veces se tiene la intención de concientizar a través de fotografías sumamente perturbadoras que sólo fomentan el morbo sin cumplir en realidad con su objetivo original.
Otro caso de imágenes que pueden desagradar a la sociedad radica en la exhibición de la desnudez con fines publicitarios o sensacionalistas. En ningún caso creo que este tipo de publicaciones deberían evitarse, debido a que afectan a una pequeña porción de la población, en especial a quienes siguen al pie de la letra los criterios de su religión o poseen una moral muy ortodoxa. En la actualidad, este sector cada vez tiene menos poder de influencia en la opinión pública, por lo cual estoy de acuerdo en que no deberían ser tenidos en cuenta a la hora de definir los mencionados límites.
No ocurre lo mismo cuando se trata de desnudez en niños. No lo considero un estilo de fotografía al natural, sino una provocación que induce a los infantes a una sexualidad temprana que puede ser perjudicial para su desarrollo. Un ejemplo son las polémicas fotografías tomadas a Brooke Shields a los diez años, en las cuales se la puede ver completamente desnuda, maquillada como una mujer adulta y en una posición sugestiva.
Al momento de decidir si publicar una fotografía o no, en un 90 por ciento de los casos se debe pensar en términos meramente informativos, y en el valor agregado de sustento y credibilidad que una imagen le otorga a un artículo periodístico. Sin embargo, en el resto de los casos es necesario ponerse en el lugar de los lectores y evaluar el impacto que tendrá en la opinión pública. Como se dijo anteriormente, es una delicada línea la que divide ambas situaciones, y es necesario acarrear años de experiencia en la materia y tener suficientes dosis de criterio y sentido común que permitan discernir entre lo que se debe publicar o no.
Existen fotografías muy fortuitas, tomadas en el momento justo y en el lugar preciso de los hechos, las cuales por más perturbadoras que puedan llegar a resultar, merecen ser compartidas con la comunidad. Un ejemplo es la imagen tomada por Eddie Adams que muestra el asesinato por parte del jefe de policía de Saigón de un guerrillero del Vietcong. Este caso particular también sirve para ejemplificar que cada fotografía –en especial las de esta índole- debe ser publicada junto a un contexto que la explique en su totalidad, porque se dice que una “una imagen vale más que mil palabras”, pero lo que transmiten varía según quien las contemple. Es por esto que si se encuentran aisladas de epígrafes o textos explicativos, pueden dar lugar a malos entendidos, tal como ocurrió con la fotografía de Eddie Adams.
En otros casos, no necesitan contextualizarse porque hablan por sí mismas, tal como “La niña y el buitre”, la cual retrata la situación de pobreza extrema del continente africano, sea cual fuera su verdadero contexto.
Un buen ejemplo de imagen que hiere la sensibilidad de la población es la de la mano mutilada tomada el 11 de septiembre entre las ruinas del World Trade Center que fue publicada por el New York Daily News. Puede calificarse a esta fotografía de sensacionalista e innecesaria, debido a que tal vez logre aportar una idea de lo que realmente significa morir o resultar gravemente herido en una tragedia de estas características, pero en la mayoría de los casos sólo sirvió para incrementar el morbo y la curiosidad de los lectores, tal vez ofendiendo y generando malestar en los familiares de las víctimas.
En conclusión, todas las imágenes tienen algo para contar. Algunos pueden considerarlas controversiales, quizás porque temen o lamentan la verdad que se esconde detrás de ellas. En cualquier caso, quien tenga la posibilidad de compartirlas con una gran cantidad de lectores mediante su publicación en algún medio, debe hacerlo con criterio y de manera justificada. Siempre habrá quienes se sientan incómodos, pero no se puede contentar a todo el mundo. No deben olvidarse que la principal misión es informar. 

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